Las semanas pasadas experimenté emociones fuertes. La amiga
de un amigo se cayó en la regadera y murió. A un señor enfrente de mí le dio un
paro en un centro comercial y cayó a mis pies.
Hay veces (y mayoritariamente) en las que no me detengo a
pensar en la grandeza del presente... fue hasta la semana pasada en que se me
volvió a revelar mucha luz, mucha alegría y todos mis pensamientos se enfocaban
en los ¡GRACIAS POR UN DÍA MÁS! Pensé en todas las personas que se van todos
los días, que desaparecen.., así nomás y tan de repente, sin saber.
Vi a cada una de mis personas valiosas pasar innumerables
veces por mi palpitar, las pude mirar sin ver y escuchar sin oír. Vi sonreir a
todas, pensé en todas las cosas que hacen día con día y lo poco que sé de ellas.
Qué poco sé de ellas.
Como que mi mente se fue volando y el tiempo aquí en la
tierra desapareció.
Y hoy... estoy muy feliz, pero al mismo tiempo me siento
descolocada en el mundo. No pertenezco. Nada me parece. Quiero detener la
inercia con la que me muevo. Con nada me conformo. Berrinchuda, quizás...
Terca, seguramente. Es una sensación que no termina por colocarse en la punta
de mis yemas para poder escribirla y mucho menos en la de mi lengua para
describirla.
Yo tenía ganas de escribirte algo muy lindo, que
trascendiera las fronteras del espacio y tiempo del ahora. Quería que fuera muy
merecedora de la espera. Tenía muchas ganas de escribirte cien mil palabras, y
hoy se fueron. ¿Por qué?
¿Será que las palabras ya no me bastan?
Voy a parar. Ya no estoy entendiendo nada de lo
que digo.
Mejor te cuento que los departamentales me noquearon, fue un
mes bastante cansado. Me entregué al deber y en cierta parte me sentí
un poco atrapada. Los profes me siguen dando dolores de cabeza y a veces me
gustaría encontrar algo más en mi vida. A veces siento escasos los momentos
sorpresa y es como si sólo me dejara ir con la corriente. Quiero que esto pare.
En cuanto decidí sanar la desconexión conmigo, la parte
de reecontrarme no ha sido
fácil.