diciembre 31, 2011

Deja que tus ojos me lo cuenten todo.

8 de junio de 2011.

Últimamente me ha faltado la tranquilidad. Me di cuenta de algunas cosas: escuché hablar mucho de empatía...escuché hablar mucho de procesos... y escuché hablar mucho de tiempo. Escuché sobre amar al prójimo y sobre cómo es mejor dejar que los demás reciban a que uno reciba, porque el valor más profundo y desiteresado del corazón yace en la capacidad de dar sin esperar nada a cambio. Escuché hablar al Ego, a la tristeza, a los celos, al miedo, al egoísimo, escuché hablar al diablo...escuché hablar al amor, a la felicidad, escuché hablar a la paz, escuché hablar a Dios. A cada uno de los sentimientos que ha venido a charlar conmigo le he dado un considerable tiempo de consulta, y a cada uno de ellos le entregué una prescripción curativa. Sabes a quién escuché al final? Al perdón. El perdón había tardado en aparecer. Me tardé en escucharlo a él y a la empatía, porque el orgullo hablaba mucho, y me quitó mucho tiempo de consulta disponible. El orgullo es sordo, sabías? No mucha gente lo sabe.
Pero por fin el orgullo calló, y escuché. Una cosa importante que olvidé escribirte fue eso: perdón. Perdón por los tragos amargos y las desdichas esporádicas, perdón por darle tiempo al orgullo. Perdón por querer siempre las cosas a mí manera, perdón por ser tan altanera, tan orgullosa. Perdón si te lastimé.
Caminando con tus zapatos me di cuenta cuánto me hubiera molestado verme atacada en el ciberespacio (sea cual fuere la razón habría sido necia en escucharte y probablemente hubiera hecho lo mismo que tú. Sólo probablemente). Los números gratis: quizás no quisiste agregarme porque siempre estamos juntos, porque realmente no hay necesidad de decir tanto vía telefónica, pero es cierto que a mí me hubiera gustado sentirme tan especial que quisieras colocarme hasta en todos y cada uno de los números! Tuviste dudas, quizás porque temiste que dejara de buscarte. De quererte. Pero no hubiera sido así, de veras. Eras con la persona que más hablaba... y ahora el silencio ha vuelto a ser mi más cercano compañero.
No voy a negar que yo tampoco sentí cariño en ese momento, pero tampoco voy a negar que sé cuánto me amaste y procuraste. Siempre ahí. Y me llevé a preguntarme a mí misma... Tu hubieras estado así? Siempre? Me contesté: yo le he dado, pero quizás no le sea suficiente lo que le di.
No sé si necesites de alguien que pueda darte más G, pero lo que quiero decirte y pedirte que por favor nunca olvides es que cada una de las cosas que te di, hayan sido muchas o pocas, cada una la di con todo el corazón, con toda la felicidad impresa en mi piel. La di con cada gastrocnemio, risorio, cristalino y yugular. La di con cada carótida, cada atrio y cada lumbrical. La di con el I, II y III par craneal, la di con todo el vago, con cada osteoblasto y condrocito de mi ser.
Quiero que seas un dador alegre siempre. Que seas agua de alma. Que todas las vasijas sedientas que llenes se sientan plenas. Que tu agua fluya, pese a las rocas, pese a los lirios, pese a los derrames de petróleo, pese a los derrames de tristeza y orgullo. No escuches al orgullo ni a la inseguridad, no escuches al Ego en sí, porque te va a robar mucho tiempo. Cuando mucho dale algunas consultas telefónicas...pero es gañán, y va a robarte las más bonitas recompensas.
Pues sí, era eso básicamente: el perdón me pidió consulta, y la prescripción que le di fue ir a casa y tomar reposo,... esa casa ahora es tu corazón, y reposa en él. (Esto si le ofreces cama y un buen ringer lactato para recuperarse).
Siete días seguidos ha venido a hablar conmigo la tristeza, le dije que de acuerdo a la relación médico paciente no podíamos ser amigos, pero le receté tiempo.
No he escuchado a alguien especial, no sé qué piensa, no sé si le queda algo más por decir. Lo que sé es que le amo, y que pese a que a mí también me recetaron tiempo, paciencia y mente fría, es mi corazón el que me dice que de nada sirve que le prometa un futuro mucho mejor y más prometedor, ya que si fuese a morir mañana, las cosas realmente no hubieran estado mejor..
Veámonos y hablemos, sí? Deja que tus ojos me lo cuenten todo. Antes de que viaje y consulte a mil demonios o mil ángeles, antes de que el corazón me haya gritado tanto que se quede ronco y no pueda escucharlo otra vez. 

Antes de que pierda la voz.

diciembre 10, 2011

Señor Lunares:

Siempre creí que usted y yo nos casaríamos. Esperaba que la vida nos estuviera moviendo un rato por distintos caminos y nos estuviera preparando para volvernos a encontrar en uno de ellos.
Siempre creí que Reforma y Constituyentes, en efecto, llegarían a ser la misma calle.
¡Y qué va! La vida sólo me lo aleja más, señor.
No me basta con seguir rociando ese perfume sobre la almohada para recordarlo. No me basta ponerle "Play" a las palabras que dejó marcadas para mí en un disco compacto. Verá...usted logró que las palabras no se fueran con el viento...las dejó muy bien plasmadas en una pieza metálica, bien redondita. Pero verá, señor, que ese disco no es usted, si así pensara tendría por seguro que además de haber perdido el corazón al entregárselo, estaría con ello perdiendo poco a poco la poca cordura que me queda.
Lo hermoso, único y tripartita de lo cual me hablaba en el reverso de la fotografía que me regaló aquél día, no me está diciendo nada nuevo. Para mí, sus palabras guardan el mismo significado: Volveré algún día.
Señor, después de tanto tiempo, sus lunares siguen guardando secretos. ¿Qué hay en usted que me dice "no te vayas"? ¿Por qué nuestro nudo es tan apretado?
¿Hasta cuándo habremos de estar juntos? Mire, que yo lo he arrebatado...y he orado porque usted esté sano y con bien.

Es algo chistoso porque de usted no puedo desprenderme..., sin embargo, el cariño ha pasado a un nivel mucho más elevado; no en el sentido de que esté muriendo por no tenerlo o porque sufra día o con día el sabor de su ausencia, sino por el hecho de que no me importa qué pase mañana, pues este cariño se encuentra de alguna manera "pausado" y con ganas de esperar.
Me dan ganas de esperarlo toda la vida. De seguir fingiendo cómo mi corazón no se acelera con sólo escuchar su nombre. Podría fingir toda la vida que sus lunares no me roban pasiones y que el silencio de sus ojos no me expresa una cantidad mucho mayor de ruido que el mismísimo sonido. Podría jugar a esto toda la vida.
¿Por qué tardamos tanto, señor lunares? Un día puedo sentirlo completamente mío y al día siguiente usted ya siente amor por alguien más. Pero, ¿sabe que no me importa?

¿Sabe usted que yo sacrificaría cada célula del corazón porque usted no tuviera otra cosa más que absoluta y plena felicidad? Usted no es cualquier humano para mí.

Es como si usted me mantuviera viva, ¿me entiende?

Escuche bien: yo sigo con muchas ganas de vivir...
Eliminarlo a usted sería algo muy parecido al suicidio.

Usted y yo nos casaremos. Señor Lunares, seré sus pecas.

Seré sus pecas porque hoy la fe me ha revelado algo hermoso:


Sus lunares me gustan tanto, porque me mantienen con vida.


Imagen obtenida en Google.