febrero 23, 2017

La rutina es insoportable

Atrapada entre la rutina y las ganas de salir corriendo, conquistar montañas, saltar al vacío desde cascadas muy altas, romancear bajo el brillo lunar colándose a través de un hueco sobre la cueva de un cenote, mientras los murciélagos nos invitan a ser parte.
Con ganas de hacer la diferencia y olvidar, desechar, los patrones, los juicios, el chisme.
Amar cada ser de cada humano que se cruza conmigo, entender su mirada y sus gestos más allá de intentar descifrar sus cálculos de soluciones ajustados para la edad y el peso.
Con ganas de ausentarme en este mismo instante, crecer mis alas y navegar entre las nubes de mi irremediable corazón libre. Ganas de intercambiar experiencias con un intercambio de miradas.
Ganas de robarte y cambiar por completo tu historia personal para crear la mía contigo y la tuya conmigo. Que no seas sólo el fuego de ocasiones sino la lluvia de todos los días que me crece emociones y entorpece mis sequías.
Con ganas de ser niña de nuevo, olvidar que soy responsable. ¿Responsabilidad? A veces la confundo con cadenas de conciencia que lastiman mis alas y subyugan mi cuello. A veces no quiero ser responsable, quiero volver a la escuela, tener recreos de media hora y viernes sociales junto a mi mejor amiga. A veces le doy todo al tiempo y me permito olvidar lo realmente importante.
Los cafés ahora duran 1 hora o menos, los días de ejercicio no son vastos. La rutina es insoportable. La rutina me roba la felicidad. La rutina me mata, y tanto que me gusta vivir...