septiembre 25, 2021

Ya no eres destino

Volví a creer tus mentiras. Y va otra vez...Mi día a día se ha convertido nuevamente en la lucha por salir de este hoyo grande; cada mañana la batalla consiste en poder detener el hilo de mis pensamientos que te incluyen. Cada mañana despierto con tu recuerdo acostado en mi almohada y entonces la abrazo porque a veces levantarme requiere de una fuerza que me falta. Es muy injusto haberme dado por completo. Te has burlado de mi lucha por ti. ¿Qué hago yo con todo este amor que no encontró un terreno donde crecer? Girar alrededor tuyo como si fueras mi Sol terminó cegándome, quemándome incluso en los espacios más intocables, los que no conocía, aquellos que no pensé que existieran y que a veces me matan de sensibilidad. Se me ha perdido la aguja de mi brújula porque apuntaba hacia ti y ese destino ha colapsado, explotado, se ha desvanecido. Tú ya no eres destino. De un jueves a viernes ningún boleto de avión me llevaría contigo. Es terriblemente doloroso pensarte sabiendo que tú has pasado la página como si nada y envidio esa capacidad tuya de forjarte impenetrable en el corazón y la intensidad de tu levedad. Ya no siento que me piensas. Unos años atrás me decías que yo era perfecta, que volqué tu vida como un tsunami, que estabas loco por mí. Con qué facilidad esas palabras están vacías, en qué momento siento en su lugar tu indiferencia, dolorosa, que hasta ahora no me asfixia porque sé que dejar de invertirme aquí es lo mejor que pude haber hecho por mí...porque mi intuición está tranquila con la valentía que requirió renunciar a ti, renunciar a mi lucha diaria de ser tu todo, renunciar a la miseria de tu corazón que me mantenía amarrada a ti como un perro bajo la intemperie, como una muñeca pateada, una acompañante cibernética que dejaba de ser real en tu tierra y confort y que para entonces me tocaba silencio y ausencia de emociones, de sentimientos, me tocaba caminar como pudiera, inventar de todo, mover, reordenar, renunciar, ser despojada de toda atención, palabra de afecto y de todo tiempo. Ya fue demasiado dolor girar alrededor tuyo y olvidarme de mirar hacia adentro de mí; mi intuición no me aniquila porque ella ha intentado salvarme de ti desde la primera oportunidad y no supe escucharla, la callé, la sepulté donde pude aunque la sintiera sangrándome los intestinos, pensando que era temporal tu forma de vivir, pretendiendo no ver ni sentir tu manipulación, tus condicionamientos, tu chantaje, tu control, tus celos, tu violencia disfrazada de silencios intencionales, de vacíos sin caricias, de espacios sin abrazos ni palabras de consuelo, del regocijo tuyo convenciéndome mil veces que la que estaba loca era yo; porque no sé qué parte de ti te quiso salvar de mí y porque también quiero entender y sanar la parte de mí que fue injusta o violenta contigo. A veces me siento patética intentando ser empática porque busco cien mil maneras de poder justificarte. Aún me cuesta aceptar que seas tóxico y yo codependiente. Porque me siento atrapada entre la debilidad de expresar mi dolor con el miedo de sonar como víctima y la fortaleza que pudiera ser sólo una máscara que uso para no ser vulnerable. Ya no confío en nadie y me revienta extrañarte. Ojalá pueda curarme de ti. Ojalá sepa enamorarme de nuevo, ojalá pueda amar igual de bonito y que exista alguien que se invierta a mi par, ojalá que se muera la esperanza que me queda de que vuelvas, ojalá sepa estar triste sin sufrir. Le pido a Dios firmeza para nunca volverte a buscar y que nunca me encuentres de nuevo. Ojalá pueda recordarte con puro amor y agradecimiento por toda la parte extraordinaria y buena que tuvimos. 

Fue la última vez que te creo. 

Abril

Este es el segundo abril que me duele el corazón, que siento que el pecho me revienta y el aire me falta. Me he querido morir de la tristeza y es que hace 6 años que no estaba sola. No puedo ser valiente para terminar mi vida pero me he tirado sobre el cemento y he deseado morirme. Llegué a un punto en donde no me puedo ver, me siento sin rumbo y completamente desamparada. He sentido que los demonios me hablan y el miedo me despierta por las noches y me pinta realidades posibles de terror. Me grita estás sola! Nadie te quiere, a nadie le importas, eres doña nadie. Por las noches el dolor hace que empape mis almohadas de lágrimas e incluso le pido a Dios que me salve, porque siento demasiado, porque soy demasiado sensible y un dolor normal a mí me viene a partir y a declararme desahuciada. 

Hoy es 4 de abril de 2021, ya un año y un mes de la pandemia, un año sin volver al mar y sin vivir tachando nombres de países de los itinerarios. Un año sin tocar el cuerpo del argentino y casi 6 meses de la ausencia física de Picco, que con los meses se volvió una ausencia absoluta y un "no sé si puedo seguir con esta relación" en un mísero mensaje de Whatsapp. Yo dejé mi trabajo, país, familia y amigos, me dejé a mí misma para seguirlo y volverme un personaje secundario. A mí me tocó un hasta nunca en un texto cibernético. Seis años de no llamarme soltera y de llegar a un punto en mi vida donde ya no sé estar conmigo. Y de no querer estar en ningún lado, ni siquiera aquí. 

Foto: De esas cargadas de realidad y que nunca voy a enmarcar.

mayo 02, 2021

Que nadie te lea rompiéndome el corazón

 Es la primera vez que mis dedos se entrecortan intentando escribirte. Me había ocurrido con la voz y las lágrimas. Mis dedos siempre sabían teclear las emociones a velocidad luz siguiendo el dictado de los añicos dentro de mi pecho. Hoy se me han congelado, como si resistiesen a mencionarte. Quieren sepultar la idea de ti en un silencio permanente. Que nadie te lea rompiéndome el corazón. O es que quizás me rompiste el orgullo.

Que nadie te lea en mis pensamientos. Que nadie se entere que mis días han sido tristes desde que no estás. Mi refugio contra el dolor en las palabras ya no se siente seguro, es la primera vez que no quiero que un desamor sea parte de mi lugar sagrado, inmune al público y a sus creencias, entre mis latidos y el teclado, ese espacio invisible cargado de mí, no quisiera plasmar nada tuyo aquí. Quisiera ni mencionarte, que los relatos enteros te desconozcan. Y aunque conscientemente sé que no tienes ningún poder sobre mí, y que yo soy la responsable de atribuírtelo, hoy quiero escribir que me matas el alma.

Hay días que no puedo dormir porque el vacío y el terror de enfrentarme a lo que siento sepultan el aire entre mocos y lágrimas, y tu falta me asfixia, porque sigo pensando en tus brazos ausentes envolviéndome y extrañando tu estólida respiración en mi oído, diciéndome que nunca me harías daño y que me amabas como a nadie y como nunca antes y para siempre, las mismas palabras minadas contrarreloj para todos los ingenuos que nos las creemos; las mentiras que todos los que saben desaparecer fácil sin sentir nada dicen por decir. Hay días que grito empuñando fuerte la almohada contra mi cara y mi boca porque siento que voy a reventar de sensibilidad, siento tu falta enterrarse en mis costillas y que mi hígado va a explotar de dolor, que Dios me lleve ya, pienso, no te soporto en mi corazón, me rebasa odiarme por amarte; hay días que me cuesta salir de la cama y enfrentar un día más en el que vives solamente en mi pasado. Hay días que no me da hacer el mínimo esfuerzo por mantenerme viva porque hay días que te odio hasta quererme morir. Me mata saber que me dueles. Me llena de culpa e ira aceptar que me lastimaste. Los libros de autoayuda contra la autocompasión no me sirven en este momento, qué importa cuántos he leído, el saco de víctima se me cose en los hombros y en este momento me matas de dolor. Y me odio por permitírmelo. Me odio por mi actual incapacidad de soltarte.

No quería escribir, no quería hacerlo real, pero necesito regurgitarte lejos de mi corazón y pensar que de algo me ha sanado. Me mata desear morirme por lo que ya no somos y nunca seremos. Siento que en todos mis rincones se apaga la luz.

Foto tomada por mí un día en el barrio gótico de Barcelona.