abril 05, 2020

Ay Ay Ay

Breve desliz sabroso. La alegría y liberación de elegir permitirlo por sobre difícilmente ignorarlo. ¿Por qué no somos más libres?
Ojos luminosos y despiertos, fugitivos desde el rincón de tus pensamientos mientras caminas con ese andar elegante y seguro.
Cabello oscuro, abundante y de lado que hace juego con tu sonrisa. Qué lindo es ver las arrugas de tus ojos cuando me sonríes y me sacas la lengua desde lejos. Me encanta encontrarte mirándome.
Espectador silencioso, cazando despacio. Me robaste las mejillas a mordidas y besos, encendiste con un solo fósforo mis rincones olvidados.
La aventura y expedición de descubrir un nuevo tatuaje sobre tu piel y la magia de tu calor corporal en la habitación helada. Qué ganas de quitarse hasta la piel para rozar aún más cerca.
Y el sí que acompañaba mis gemidos y las contracciones de mis piernas conforme la velocidad y presión de tus dedos aumentaban.
Tu breve compañía en las mañanas sentado en mi asoleadero y mi alma abrazándote a escondidas de todo que se ve. No puedo con esta limerencia. Y de nuevo esa mirada y besitos de hasta luego que aceleraban mi corazón.
La belleza de acurrucarme en tu pecho y contar tus latidos.
El nervio de andar sigilosa al retornar a mi mundo en las madrugadas.
La libertad de sentirme tuya al momento de girar el seguro de la puerta.
Mi resistencia inútil.
Y después tus labios carnosos y dibujados con ángulos felices a sus costados. Me los he quedado porque así lo has permitido. Así te has convertido en mi serendipia.
Mira qué ojitos bonitos y cuánto me gustas. Y aún más con esa sonrisa pícara que salía a luz de entre las sábanas.
Escasos días de profunda conexión bastaron para inundar mis ojos ahora que he partido.
Te echaré de menos y después, con tiempo, el recuerdo será el tatuaje que me has dejado de por vida.


Foto: teclear "tatuajes líneas" en Google.