diciembre 10, 2011

Señor Lunares:

Siempre creí que usted y yo nos casaríamos. Esperaba que la vida nos estuviera moviendo un rato por distintos caminos y nos estuviera preparando para volvernos a encontrar en uno de ellos.
Siempre creí que Reforma y Constituyentes, en efecto, llegarían a ser la misma calle.
¡Y qué va! La vida sólo me lo aleja más, señor.
No me basta con seguir rociando ese perfume sobre la almohada para recordarlo. No me basta ponerle "Play" a las palabras que dejó marcadas para mí en un disco compacto. Verá...usted logró que las palabras no se fueran con el viento...las dejó muy bien plasmadas en una pieza metálica, bien redondita. Pero verá, señor, que ese disco no es usted, si así pensara tendría por seguro que además de haber perdido el corazón al entregárselo, estaría con ello perdiendo poco a poco la poca cordura que me queda.
Lo hermoso, único y tripartita de lo cual me hablaba en el reverso de la fotografía que me regaló aquél día, no me está diciendo nada nuevo. Para mí, sus palabras guardan el mismo significado: Volveré algún día.
Señor, después de tanto tiempo, sus lunares siguen guardando secretos. ¿Qué hay en usted que me dice "no te vayas"? ¿Por qué nuestro nudo es tan apretado?
¿Hasta cuándo habremos de estar juntos? Mire, que yo lo he arrebatado...y he orado porque usted esté sano y con bien.

Es algo chistoso porque de usted no puedo desprenderme..., sin embargo, el cariño ha pasado a un nivel mucho más elevado; no en el sentido de que esté muriendo por no tenerlo o porque sufra día o con día el sabor de su ausencia, sino por el hecho de que no me importa qué pase mañana, pues este cariño se encuentra de alguna manera "pausado" y con ganas de esperar.
Me dan ganas de esperarlo toda la vida. De seguir fingiendo cómo mi corazón no se acelera con sólo escuchar su nombre. Podría fingir toda la vida que sus lunares no me roban pasiones y que el silencio de sus ojos no me expresa una cantidad mucho mayor de ruido que el mismísimo sonido. Podría jugar a esto toda la vida.
¿Por qué tardamos tanto, señor lunares? Un día puedo sentirlo completamente mío y al día siguiente usted ya siente amor por alguien más. Pero, ¿sabe que no me importa?

¿Sabe usted que yo sacrificaría cada célula del corazón porque usted no tuviera otra cosa más que absoluta y plena felicidad? Usted no es cualquier humano para mí.

Es como si usted me mantuviera viva, ¿me entiende?

Escuche bien: yo sigo con muchas ganas de vivir...
Eliminarlo a usted sería algo muy parecido al suicidio.

Usted y yo nos casaremos. Señor Lunares, seré sus pecas.

Seré sus pecas porque hoy la fe me ha revelado algo hermoso:


Sus lunares me gustan tanto, porque me mantienen con vida.


Imagen obtenida en Google.

1 comentario:

¿Algo que decir?