septiembre 25, 2021

Abril

Este es el segundo abril que me duele el corazón, que siento que el pecho me revienta y el aire me falta. Me he querido morir de la tristeza y es que hace 6 años que no estaba sola. No puedo ser valiente para terminar mi vida pero me he tirado sobre el cemento y he deseado morirme. Llegué a un punto en donde no me puedo ver, me siento sin rumbo y completamente desamparada. He sentido que los demonios me hablan y el miedo me despierta por las noches y me pinta realidades posibles de terror. Me grita estás sola! Nadie te quiere, a nadie le importas, eres doña nadie. Por las noches el dolor hace que empape mis almohadas de lágrimas e incluso le pido a Dios que me salve, porque siento demasiado, porque soy demasiado sensible y un dolor normal a mí me viene a partir y a declararme desahuciada. 

Hoy es 4 de abril de 2021, ya un año y un mes de la pandemia, un año sin volver al mar y sin vivir tachando nombres de países de los itinerarios. Un año sin tocar el cuerpo del argentino y casi 6 meses de la ausencia física de Picco, que con los meses se volvió una ausencia absoluta y un "no sé si puedo seguir con esta relación" en un mísero mensaje de Whatsapp. Yo dejé mi trabajo, país, familia y amigos, me dejé a mí misma para seguirlo y volverme un personaje secundario. A mí me tocó un hasta nunca en un texto cibernético. Seis años de no llamarme soltera y de llegar a un punto en mi vida donde ya no sé estar conmigo. Y de no querer estar en ningún lado, ni siquiera aquí. 

Foto: De esas cargadas de realidad y que nunca voy a enmarcar.

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