junio 12, 2014

El puerto envejece

¿A dónde se va esa magia? ¿En dónde se esconde el amor cuando dos personas dejan de estar juntas? ¿Por qué de pronto travieso se atreve a sumergirse en el ventrículo izquierdo del corazón para bombearse por todo el sistema? Y así, una y otra vez, junto con la circulación se atreve a infundir taquicardia y disnea, angina y presión paranasal bilateral mientras las lágrimas deciden fugarse a través del epicanto interno, recorrer las mejillas, caer en los labios y mojar la lengua, la cual percibe el sabor a sal al mismo tiempo que el sistema se congestiona y otras cuantas lágrimas se fugan por el conducto nasolagrimal para morir en un pañuelo.
El amor se esconde y luego desborda como un mar. Desborda cuando la mente se apaga, desborda dentro de las pausas de la rutina.
Y claro, mientras escribía estas líneas tuve la brillante idea de escribirle . . . carajo no puedo callarme, no puedo frenar mis dedos cuando me invaden los sentimientos. No puedo contener la marea del amor.
Él es como el mar y yo soy como el puerto, siempre esperando que rocíe mi estructura con su brisa. Hacemos un gran equipo, atraemos gaviotas, veleros, peces y viento. Atraemos a personas enamoradas a contemplar el ocaso. Es exactamente sin ese mar sin el cual mi existencia no tendría sentido. . . sería como un puerto vacío enmedio del desierto. Inútil y solitario.

Un año después sigues desbordando . . .
. . . pero el mar se seca y el puerto envejece.


Fotografía por mí. Celestún, Yucatán.

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